martes, 17 de abril de 2012

Burgos


Hace unos días estuve en Burgos. Una ciudad en la que nunca había estado salvo una vez que pasé con el coche, hace algunos años, cuando me dirigía a León. Durante los tres días y medio que duró mi estancia en la capital castellana la sensación fue contradictoria.
En mi imaginario tenía la idea de que Burgos sería otra cosa; una ciudad con más arraigo a su pasado; su historia y su propia etimología invitaban a ello. La típica ciudad medieval en la que se respira un ambiente pretérito mezclado con un presente que avanza paso a paso hacia el futuro, sin olvidar de donde viene. Cuando uno va por primera vez a una ciudad no sabe lo que se puede encontrar pero sí que tiene ciertas sospechas de lo que espera encontrarse. En esta ocasión no ha sido así.
Me da la impresión que esta ciudad vive de espaldas a su pasado, que ha avanzando en el tiempo sin tener en cuenta lo que ha sido y con esto no quiero decir que todo lo añejo se tenga que conservar; hay edificios que no merecen la pena, pero sí un cierto simbolismo presente de lo que en su día fue, hay formas y formas de conservar las cosas y conjugarlas con los tiempos actuales. Se puede entrelazar perfectamente la historia y la arquitectura pasada y presente de un lugar sin que esto tenga que suponer que se solape una época con otra.
En el aspecto urbanístico, únicamente es posible hacerse una idea de lo que fue por las calles aledañas a la catedral. Calles estrechas y con requiebros donde uno puede imaginar lo que pudo ser en otros tiempos, es decir, la típica ciudad de la Edad Media. Salvo esa excepción no hay forma de suponer nada. Burgos tiene un urbanismo actual que nada puede hacer suponer lo que allí ocurrió.
En la actualidad, si le borramos el nombre, podría pasar como una ciudad moderna que no tiene nada que contarnos de los orígenes que se le suponen.
Abundan los grandes edificios, como en cualquier otra capital importante, con avenidas anchas y parques. El río, el Arlanzón, es un elemento más de la vida de las gentes que allí viven; un elemento que no molesta y que no ha sido impedimento para el desarrollo de ésta. Se ha creado una unión perfecta que invita a recorrerlo dando un paseo sin que entre el aburrimiento.
El elemento más representativo de la ciudad es su catedral. Una maravilla gótica sobre la que se pueden escribir libros enteros y que no entraré en detalles por no ser este el motivo de esta entrada. Por lo descrito anteriormente me da la impresión que es un elemento añadido que distorsiona bastante la realidad; es como un islote en medio de la vorágine; no tiene nada que ver con la idiosincrasia de la actual Burgos. Incluso su entorno parece distinto, como si alguien la hubiera colocado allí sin saber por qué. No es el lugar que cabría esperar de semejante obra arquitectónica y con esto no estoy juzgando este edificio, simplemente su ubicación desde un punto de vista arquitectónico. Está porque está y punto, no porque queramos que esté. Me pareció significativo que en la misma plaza hay una oficina de turismo muy actual pero ubicada en un lugar bastante escondido, incluso para un lugareño sería difícil encontrarla. Algo que se supone que es para dar información y mostrar las maravillas de las que disfrutar debería tener un sitio más visible. Esto sí que me llamó la atención.



Vista nocturna de una parte de la catedral

Yo, que esperaba saciarme de románico y, en menor medida, de gótico me fui de allí con esa carencia. Y no es porque no lo haya, simplemente, como he dicho antes, parece que no se le dé importancia y que sean aspectos que no se han cuidado. Por ejemplo, paralelo al río hay un paseo, el Paseo de la Isla, donde hay una antigua puerta románica colocada allí, en medio del paseo, sin ningún sentido, como si hiciera falta rellenar ese hueco con cualquier cosa y era lo primero que se les ocurrió; no entiendo lo que pretendían con esas piezas montadas de una forma tan artificial como poco realista.



Puerta románica en el Paseo de la Isla

Otro aspecto que me llamó la atención es la poca utilización que se hace de la figura del que posiblemente es el personaje más representativo del lugar: el Cid.



Estatua del Cid

Podemos encontrar en una rotonda la famosa estatua del castellano caballero a lomos de Babieca con su espada, Tizona, en la mano. Creo que el Cid debería tener una mayor presencia en los ámbitos de la ciudad. Haciendo un paralelismo de Burgos con otra capital castellana que conozco bien, Soria, llego a la conclusión que son diametralmente opuestas. En la segunda, la figura de D. Antonio Machado se respira; es fácil imaginarse al poeta caminando por sus calles y mezclándose entre la vorágine de las gentes. En el aspecto arquitectónico, el románico está presente en claros ejemplos como en la iglesia de San Juan de Rabanera o Santo Domingo; caminando por el Paseo del Espolón se ve la perfecta unión del pasado y del futuro, incluso no es difícil imaginar la visión que tuvo el poeta cuando “La campana de la Audiencia da la una”. Todos estos y más son edificios que se han integrado perfectamente en la actualidad en la fisonomía de la ciudad. Todo lo contrario que ha ocurrido en Burgos.
Estoy seguro que alguien que conozca la ciudad o que habite en ella dirá que tengo una percepción equivocada que no se ajusta a la realidad. Es posible. Yo, simplemente, he pretendido transmitir sensaciones entre lo que me esperaba y lo que me encontré, desde un punto de vista histórico y arquitectónico; no se trata de una descripción real del lugar; decir como es una ciudad es fácil para cualquiera, incluso decir si es fea o bonita; se trata, insisto, de sensaciones. Aún así, sospecho que todavía me quedan cosas por descubrir. Si tengo la suerte de volver por allí, tiempo tendré de hacer un análisis más exhaustivo y, quién sabe, si de cambiar el concepto que tengo actualmente.

2 comentarios:

Virginia dijo...

Como ciudadana de Burgos, creo que has tenido una percepción bien enfocada de lo que puede llegar a transmitir esta ciudad paseando por sus calles al no guardar una armonía ni un orden arquitectónico.
Edificios desordenados, sin una lógica ni un arraigo al pasado sin llevarte a descubrir cuales pueden llegar a ser los origenes históricos.
Destaca sus paseos y zonas verdes para hacer deporte y disfrutar de una mayor calidad de vida.
No es una ciudad que te envuelva ni te haga sentir arropado.
Espero que vuelvas pronto.
Un beso.

Anónimo dijo...

Cuando estudiaba en Madrid estuve en Burgos y me pareció una ciudad bonita y tranquila, da gusto pasear por sus calles y las vistas desde el castillo son impresionantes, aparte de las iglesias y monasterios que visitamos, aunque ya no me acuerdo de sus nombres.