sábado, 3 de noviembre de 2012

'Calatravadas' generales



José Laborda Yneva es el nombre y apellidos de un profesor que tuve cuando estudiaba. Sin duda alguna una de las mentes más brillantes que he conocido, pero supongo que, como todos los genios, con un carácter muy ‘particular’. Merecía la pena asistir a sus clases por escucharlo hablar. Se subía a una tarima e iba de una punta a otra contándonos cosas, con las manos cogidas por detrás, hablando de arquitectura y de cualquier cosa que él consideraba interesante; mirando al suelo, de vez en cuando se paraba y nos miraba. Jamás he vuelto a escuchar a un orador como él; cerrabas los ojos, agudizabas el oído y parecía que estabas escuchando a alguien que por un don divino había adquirido todos los conocimientos habidos y por haber; su voz también invitaba a ello.
Pues bien, una sola vez me sorprendió raramente. Una vez que hablaba sobre arquitectura actual, no recuerdo exactamente que era, y dijo “Calatrava es un arquitecto bastante corriente”.
En esos momentos todos pensamos que este hombre no sabía lo que decía. ¡Cómo osaba decir que Calatrava era vulgar! Era el espejo en el que mirarnos.
Después, con el paso del tiempo, las cosas se ven de otra manera.
Hace tiempo que entendí las palabras de mi antiguo mentor, evidentemente un doctor arquitecto como es Laborda tiene muchos más motivos para juzgar que unos simples aspirantes a arquitectos.
Escribí en este blog hace ya tiempo que la arquitectura tiene que ser funcional y práctica. Es decir, tiene que estar pensada por y para el hombre. Así de simple, así de sencillo. La distancia más corta entre dos puntos es una línea recta, no hacen falta líneas quebradas; en arquitectura sucede lo mismo.
Si uno observa la arquitectura de Calatrava podrá darse cuenta que utiliza cualquier cosa menos las líneas rectas. Con ello no digo que no tenga su mérito, pero no todo es como nos lo pintan.
Pero la arquitectura no es solamente lo que se ve; es mucho más. Calatrava, sencillamente, ha sabido venderse, especialmente al PP valenciano. Solamente hay que ir a Valencia para darse cuenta de ello. Claro que para esta gente (los peperos) Calatrava es el mejor arquitecto del mundo y además es valenciano y todos aquellos que le critican no tienen ni idea. Extraña ‘valencianía’ la de un hombre que vive entre Zurich y París y que solamente se acerca por Valencia cuando tiene que cobrar lo que no está escrito.
Pero esto es una simbiosis. Si Calatrava se ha llenado el bolsillo con las obras que ha hecho en Valencia, los políticos han encontrado en él la excusa necesaria para hacer obras faraónicas inútiles y si no salen bien las cosas echarle la culpa a los socialistas por su mala gestión anterior. Si es que ya está todo inventado.
Hay que concederle un mérito a D. Santiago y es que ha conseguido lo que años atrás parecía imposible: unir en un pensamiento común a ingenieros y arquitectos acuñando el término “calatravada”; sobran las explicaciones.
Claro que esto pasa cuando alguien se presenta al mundo como arquitecto, ingeniero, artista, escultor y no sé cuántos títulos más, es decir, Leonardo o Miguel Ángel eran unos aficionados comparados con él.
A simple vista, en la arquitectura de Calatrava podemos observar algunos “errores” que están por encima de la belleza.
Calatrava tiene un estilo repetitivo que hace que todos sus edificios se parezcan sospechosamente demasiado entre sí. En sus construcciones usa una figura por encima de cualquiera: el paraboloide hiperbólico (aquí se explica). Al principio puede ser un logro pero acaba siendo algo aburrido.
Busca la espectacularidad de sus edificios en lugar de su practicidad.
Todas sus obras sufren un desmesurado coste sobre el presupuesto inicial. Jamás se sabe cuánto va a ser el presupuesto final, ya que siempre se acaba multiplicando incomprensiblemente. En su obra más reconocida en España, la Ciudad de las Artes y las Ciencias, el presupuesto se multiplicó por diez. Pero no pasa nada, paga el ciudadano.
Prefiere edificios espectaculares a edificios prácticos. La apariencia prima sobre la función. Por citar un edificio diré el Museo de la Ciencia, una construcción con muchos metros cúbicos construidos pero realmente muy pocos metros cuadrados que realmente se puedan aprovechar. En este apartado habría que analizar todas sus obras para darnos cuenta que siguen el mismo patrón.
Sus edificios no se adaptan a una sostenibilidad energética. ¿Qué significa esto? Que dado su gusto por los grandes volúmenes vacíos de contenido, sus edificios son caros de mantener debido al desmesurado gasto en climatización. No se adapta a las características climáticas ni ambientales del lugar. Daría lo mismo construir en Siberia que en el Sáhara.
Gusta de recurrir a soluciones caprichosas que son muy vistosas pero que son carísimas a la hora de realizarlas; no están justificadas económicamente. En sus puentes, por ejemplo, siempre suele poner un arco que los adorne cuya función es esa, adorno. No tienen ninguna función estructural simplemente estética… pero que tiene un sobrecoste elevado. Cualquier ingeniero de Caminos podría confirmarlo.
Realiza una mala práctica de la ingeniería. Insisto, sus proyectos visualmente son grandiosos pero, ¿y calcularlos? ¿Alguien se imagina lo que tiene que sufrir un ingeniero para calcular esas estructuras? La ingeniería no es eso. La ingeniería es, al igual que la arquitectura, belleza, funcionalidad y coste ajustado. Es en estos casos donde al saltarse estos preceptos las obras se encarecen brutalmente.
La Ciudad de las Artes tiene un coste de 1.300 millones de euros, de los cuales Calatrava ha cobrado en concepto de honorarios unos 94 ó 95.
La primera vez que vi ese complejo pensé que era la satisfacción de un megalómano y la seña de identidad de la corrupción valenciana. Así es como lo veo yo. Un show, una cultura del despilfarro y un homenaje a lo que nunca se debería haber hecho. Todo se hizo sobre la marcha, sin resolver su utilidad final. Se sabía que era algo, pero no el qué. Pero sí, a la gente le gusta. Esto es España y ya se sabe que en este país todo el mundo entiende de política, de fútbol y, últimamente, de arquitectura.
Ahora, cada vez que veo una obra de Calatrava recuerdo las palabras de mi profesor: “Calatrava es un arquitecto bastante corriente”.
El vídeo que sigue es el único que he encontrado suyo en la red. Una delicia para mis oídos volver a escuchar a aquel hombre en cuyas clases tanto disfrute escuchándolo hablar. Hoy he vuelto a ser su alumno.


3 comentarios:

MAYTE dijo...

El video es un encanto y él un gran orador.

Un beso.

Anónimo dijo...

Hola, he encontrado tu blog casualmente buscando información sobre José Laborda y verdaderamente me ha sorprendido tu forma de escribir. Haces que sea fácil leerte, por muy complejo que sea lo que te ronde por la cabeza.
Ante esta publicación, estoy totalmente de acuerdo. No podría haberlo expresado mejor. Y una cosita más, este año soy yo la afortunada que se sienta en clase y observa ( y escucha, por supuesto) a este gran orador.
Un placer leerte.

Marino Baler dijo...

Anónima: bienvenida a mi blog y muchas gracias por tu comentario.
Sí, probablemente Laborda haya sido la persona que más me ha marcado en la visión de la arquitectura. Han pasado ya algunos años de aquello (tampoco demasiados), pero el recuerdo de sus clases no se olvida.
Hace años que no lo veo y lo que sé de él es por lo que me cuentan antiguos compañeros de carrera (hoy colegas de profesión y buenos amigos); lo último que me dijeron es que estaba impartiendo clase en Cartagena.
Eres afortunada por tenerlo como profesor. Es muy exigente, pero te puedo asegurar que lo que te enseñe en sus clases y lo que aprendas con él jamás lo olvidarás.

Un saludo y vuelve cuando gustes.