sábado, 17 de diciembre de 2016

Fiesta pagana


Tengo que reciclarme… o no. Uno se recicla cuando no quiere quedarse atascado en algo y, por ello, necesita actualizarse. No es mi caso. Hace unos días tuve una cena de empresa. La verdad es que no tengo mucha afinidad con muchos de los que iban, pero había que ir.
He estado en alguna que otra cena o comida y siempre pasa lo mismo, no entiendo qué necesidad tiene la gente de hacer el payaso. En el día a día tan formalitos, tan estirados, algunos ni siquiera te dan los buenos días y, luego, en este tipo de acontecimientos tan ‘guays’.
El caso es que después de la cena, nos fuimos a unos pubs. Una vez dentro me sentía raro, parecía que entraba en otro mundo. Todo era desconocido: el ambiente, la forma de vestir la gente, la música… Todo había cambiado desde que yo salía en mis tiempos de mocedad o, quizá, era yo el que se había quedado anclado en el pasado. Era como si a un individuo de finales de los 90 o principios de los 2.000 lo hubiesen crionizado y se hubiese despertado en un pub en diciembre de 2016.
Al rato de estar allí me fui al servicio y al salir había un espejo. Quede mirando mi imagen durante un momento y vi a un chico de veinti pocos años con el pelo lo suficientemente largo como para hacerse una pequeña coleta y unas cuantas greñas a los lados que le caían por la cara, un pequeño pendiente en la oreja izquierda, las uñas pintadas de negro, unas botas por el tobillo, pantalones vaqueros negros, un jersey de lana y un fular por el cuello. Al salir no estarían los actuales compañeros de trabajo, si no los antiguos compañeros de estudios. Allí no faltarían…, …, …, …, …, …, …, …, …, …, …, …, …, …, …, …, …, …, …, …, …, …, …, …, …, …, …, … y, como siempre, Mago de Oz sonaría en algún momento.
Alguien entró en el servicio y volví a diciembre de 2016. Salí y me reuní, de nuevo, con la gente que estaba. Pero no, aquella no era una ‘fiesta pagana’.



No hay comentarios: