sábado, 24 de junio de 2017

Me someto a una ordalía



¿Qué es una ordalía? ¿Qué significa esta palabreja? Son actos que hoy han quedado como frases hechas, pero en la Edad Media eran reales. Era una institución jurídica eclesiástica que, atendiendo a mandatos divinos, juzgaba la inocencia o la culpabilidad de los que se sometían a ella. Por ejemplo, hoy en día se dice ‘poner la mano en el fuego’ (¿quién no lo ha dicho alguna vez?) cuando confiamos en algo plenamente. En la Edad Media no era así, eso era una ordalía. En aquellos tiempos, el acusado debía poner la mano en una hoguera o sujetar unos hierros candentes. Si Dios lo consideraba inocente no se quemaba, pero si lo consideraba culpable… y me da a mí que muchas veces lo consideraría culpable. Pero llamarlo ordalía es un eufemismo porque, como el lector habrá podido comprobar, no eran ni más ni menos que torturas. Pero no solamente está la que he citado, había una que consistía en  que el acusado debía sacar una pesada bola de un recipiente con agua hirviendo. Se le vendaban los brazos y manos y al cabo de x días se le quitaba el vendaje, si había sanado era inocente y si quedaban heridas era culpable. Se llevaban a cabo muchos tipos de ordalías y no me extenderé en el tema, en internet hay mucha información al respecto.
Después de esta introducción tendrá más valor lo siguiente, ya que yo me sometería a una ordalía y pondría la mano en el fuego porque ninguno de los que habitualmente visitan esta humilde bitácora tienen una cuenta en el extranjero. Es por eso, que a cualquiera de nosotros eso de las amnistías fiscales, desde el punto de vista patrimonial, nos importa tanto como el pinchazo de la rueda de una bicicleta en Pekín.
Pero sí que nos afecta desde el punto de vista que nos tomen por imbéciles (un poco más) de lo que habitualmente suelen hacerlo. Me estoy refiriendo a la que decretó Montoro, que es la misma que el Tribunal Constitucional dice que es ilegal y que ahora el mismo ministro anuncia a los cuatro vientos que hay que prohibir por ley que en el futuro se puedan decretar más amnistías de este tipo, ¡con un par!
El ministro de Hacienda ha comparecido en el Congreso para dar explicaciones… a su manera. Ha venido a decir que él no quería, pero tuvo que hacerlo por el riesgo de rescate y quiebra y, por ello, había que hacer lo que fuera para recaudar dinero. El resultado fue que de unos 30.000 declarantes se recaudaron 1.200 millones de euros de unos 40.000 millones que se suponen irregulares. Es aquí cuando nos toman por imbéciles. Cualquier español paga en impuestos entre el 20 % y el 47 % de su salario. Mientras que el Gobierno de Rajoy subía los impuestos, a los defraudadores le perdonaba el fraude a cambio de abonar el 10 %. Un inciso: ¿qué pensarán de esto en Venezuela? Sigamos. No queda ahí la cosa, ya que en lugar del 10 % del dinero no declarado, Montoro lo dejó en el 10 % de los intereses producidos por el dinero no declarado; una gran diferencia.
Pero la broma continua. Si se añadía cualquier activo no declarado en aquel momento, se pagaba un 10 % en lugar del 25 %, que es la media del impuesto de sociedades. Al final de todo, de los 2.500 millones de euros no se recaudó ni la mitad (1.200).
Llegados a este punto se me ocurren las siguientes cuestiones: ¿merece la pena pagar impuestos? Sí, es imprescindible. ¿Merece la pena pagar impuestos con esta gente en el poder? Es lo que hay. ¿Cuál es la solución? A mí se me ocurre alguna, lo que pasa es que decirla públicamente no sería demasiado aconsejable. Estoy cabreado. Si plasmase todo lo que me pasa por la cabeza mientras escribo este artículo, más que amnistía necesitaría un indulto.
Bien. Creo que he salido indemne de la ordalía, al menos así lo atestigua el que pueda seguir escribiendo: ninguno de los que habitualmente leen este blog se han visto beneficiados por la amnistía fiscal. Pero voy a someterme, de nuevo, a esta prueba divina. Después del cabreo que tengo voy a dejar de escribir sobre política -pongo la mano en el fuego- como mínimo hasta pasado el verano. Y añado al cabreo la vergüenza, ¡a saber qué se dirá de nosotros en Venezuela!

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hay que pagar impuestos…SI! Es como se mantiene un Estado y todos los servicios sociales que ofrece, muchas veces a personas en exclusión social que si no fuera por los que pagamos impuestos, estarían en la más absoluta miseria y sin dinero no se puede ayudar a nadie. Por otro lado, yo estoy totalmente en contra de la amnistía fiscal, porque siempre se benefician los ricos. Hoy no estoy en el paro, pero cuando estaba, el primer año no hice la declaración porque pensaba que no tenía que hacerla, como ese año tenía dos pagadores sí que estaba obligado y me cascaron 300 euros de multa. Encima si la hubiera hecho me hubiera salido a devolver, me aconsejaron que recurriera, pero no lo hice, era mi error y lo asumí. Después ves a todos estos forrados de pasta y como se la ingenian para escaquearse de pagar y encima el Estado les perdona casi toda la deuda...da una rabia.