Suele ocurrir que muchas cosas las damos por supuestas por el simple hecho de conocerlas y nos vemos en la creencia de poder prescindir de ellas pensando que no vamos a descubrir nada nuevo. Se me ocurre el ejemplo de la película Psicosis. Estoy convencido que cualquiera de nosotros podríamos decir algo de ella, pero eso, como es mi caso, no significa que la hayamos visto. En el campo de las artes y letras ocurre lo mismo… ¿qué persona que sea medianamente lectora no ha escuchado hablar de La Odisea? ¿Cuántos lectores la habrán leído?
En mi vida me he encontrado con gente apasionada al fútbol, que se pasarían horas y horas hablando de este deporte; a los toros, gesticulando con sus manos pases de capote; a los coches o motos, conociendo marcas, modelos, cilindradas y consumos y, por supuesto, a la política, hablando como si tuvieran la piedra filosofal para arreglar los males de la sociedad. Pero, sin embargo, hay una gente con la que no me he encontrado nunca: apasionados por el Quijote.
En el primer párrafo comentaba la facilidad de dar las cosas por supuestas y el Quijote no escapa a esa generalización. Pero no, no es así. El Quijote es algo más que la idea que cualquiera que no lo haya leído pueda tener. Es un libro que toda persona debería leer antes de morir.
Cada vez que se lee esa novela es distinta a la anterior, se descubren cosas nuevas, sensaciones nuevas… es una sensación indescriptible. Cada vez que tengo el libro entre mis manos lo abro por cualquier página y me pongo a leer… para mí es un éxtasis, porque sé que algo que he hecho otras veces y me ha causado satisfacción va a volver a ocurrir… parecido a algo desconocido que sé que terminará de manera satisfactoria. Leer el Quijote es como hacer el amor con la mujer amada. El hacerlo no cansa nunca y aunque, en sí, el acto es repetitivo se tiene la certeza de que es único. Sabiendo que, aunque se haya hecho muchas veces, siempre va a ser distinto y al final se alcanza la sublimidad en la mayor amplitud de la palabra. Eso es para mí leer el Quijote y todo lo que lo envuelve.
El jueves pasaba por una librería y entré a comprar el Quijote… me apetecía darme un capricho. El libro que elegí no era un Quijote cualquiera, era el Quijote, único, distinto al resto de Quijotes que tengo (creo que una docena, aproximadamente); de la misma forma que el resto, todos y cada uno, son distintos entre sí y distinto a este… únicos… como estar entre sábanas con una Dulcinea. Pero no sé si alguien sabrá lo que es eso, no he encontrado nunca apasionados por el Quijote.
En mi vida me he encontrado con gente apasionada al fútbol, que se pasarían horas y horas hablando de este deporte; a los toros, gesticulando con sus manos pases de capote; a los coches o motos, conociendo marcas, modelos, cilindradas y consumos y, por supuesto, a la política, hablando como si tuvieran la piedra filosofal para arreglar los males de la sociedad. Pero, sin embargo, hay una gente con la que no me he encontrado nunca: apasionados por el Quijote.
En el primer párrafo comentaba la facilidad de dar las cosas por supuestas y el Quijote no escapa a esa generalización. Pero no, no es así. El Quijote es algo más que la idea que cualquiera que no lo haya leído pueda tener. Es un libro que toda persona debería leer antes de morir.
Cada vez que se lee esa novela es distinta a la anterior, se descubren cosas nuevas, sensaciones nuevas… es una sensación indescriptible. Cada vez que tengo el libro entre mis manos lo abro por cualquier página y me pongo a leer… para mí es un éxtasis, porque sé que algo que he hecho otras veces y me ha causado satisfacción va a volver a ocurrir… parecido a algo desconocido que sé que terminará de manera satisfactoria. Leer el Quijote es como hacer el amor con la mujer amada. El hacerlo no cansa nunca y aunque, en sí, el acto es repetitivo se tiene la certeza de que es único. Sabiendo que, aunque se haya hecho muchas veces, siempre va a ser distinto y al final se alcanza la sublimidad en la mayor amplitud de la palabra. Eso es para mí leer el Quijote y todo lo que lo envuelve.
El jueves pasaba por una librería y entré a comprar el Quijote… me apetecía darme un capricho. El libro que elegí no era un Quijote cualquiera, era el Quijote, único, distinto al resto de Quijotes que tengo (creo que una docena, aproximadamente); de la misma forma que el resto, todos y cada uno, son distintos entre sí y distinto a este… únicos… como estar entre sábanas con una Dulcinea. Pero no sé si alguien sabrá lo que es eso, no he encontrado nunca apasionados por el Quijote.
2 comentarios:
Hola
Igualmente después que te diga lo que te voy a decir no me vas a dirigir más la palabra..., bueno en este caso la escritura :P
El Quijote y yo tenemos una relación que no terminamos de conectar y mira que por mi parte lo he intentado varias veces en varias ocasiones diferentes porque a lo mejor uno puede pensar mira no es el momento de leerlo. Pero es que de momento nunca está siendo el momento. Y mira que me da coraje porque como bien tu dices es un libro que se debería leer todo el mundo.
Y es que te leo de la admiración que le tienes y me da hasta envidia (de la buena), pero claro tú tienes una gran sensibilidad poética y eso es maravilloso.
Un Beso
Tratando de hacer un paralelismo entre tu comentario y esta entrada... Un polvo se puede pegar con cualquiera, pero el amor no se puede hacer con cualquiera.
Creo que no deberías obligarte a leerlo, simplemente cuando te apetezca... yo, por ejemplo, lo leí la primera vez con 20 años y desde entonces me enamoré (siguiendo con el paralelismo). Estoy concretando ciertos proyectos relacionados con el Quijote para los próximos meses... no simplemente es, en mi caso, la lectura... va más allá.
No me cabe duda que tú también tienes esa sensibilidad, todos tenemos algo dentro que podemos plasmas.
Besos.
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