martes, 18 de junio de 2019

Novia a la fuga


Tiene que ser una gozada cerrar los ojos, pensar dos segundos, decir que sí y salir disparado dejando a todos con un par de narices.
De vez en cuando hay que hacer cosas por las que merezca la pena vivir.
El reloj queda en casa y el viento en la cara… pero… a veces la libertad, nuestra libertad, solamente alcanza un radio de x kilómetros.
Imagina… Imaginemos… esta noche es nuestra… mañana ya será otro día.


3 comentarios:

Benja dijo...

Yo no me escape de una boda. Pero si cerré los ojos y me largué a la montaña para escapar y sentirme libre de una vida y un trabajo que me estaba agobiando y estresando hasta un punto inimaginable. Había llegado al límite de mi resistencia y estuve a punto de hacer una barbaridad. Y la verdad que me sirvió de mucho, volví con una mentalidad totalmente cambiada y tomé unas cuantas decisiones en mi vida que fueron muy acertadas.

Marino Baler dijo...

Yo sentí la libertad por última vez hace doce años, un verano en el que me perdí por España tres semanas, sin rumbo fijo. Un viaje inolvidable. Es algo sobre lo que tengo pendiente escribir.

Benja dijo...

El perderse por ahí sin rumbo fijo…ir a lo que salga. Lo he hecho varias veces, aparte de la Comunidad Valenciana, me he perdido por Teruel y Cuenca. Llegar por la noche a un pueblo que ni sabia el nombre y que te ofrezcan un sitio para dormir sin conocerte, para mí siendo de una gran ciudad que solemos ser desconfiados…me pareció increíble.