sábado, 8 de junio de 2019

Una gran historia de amor en Soria


Un excelente artículo que ha aparecido en La Vanguardia y que, por su sencillez, capacidad de síntesis y emotividad quiero conservar. Así fue, ni más ni menos. Los años de Soria del poeta fueron los más felices de su vida y eso se refleja en su producción literaria, bajo mi punto de vista, su periodo más memorable.

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Una gran historia de amor en Soria

Plaza Mayor, Soria

Durante cinco años, entre 1907 y 1912, el poeta sevillano Antonio Machado residió en Soria. La capital castellana resultó decisiva en su trayectoria literaria y para su peripecia personal: allí escribió el libro Campos de Castilla y allí conoció y contrajo matrimonio con Leonor Izquierdo, su gran amor. Solo la prematura muerte de esta indujo a Machado a abandonar la ciudad. Más de un siglo después, todavía es posible revisitar algunos de los lugares que marcaron su estancia.
Machado llega a Soria en mayo de 1907. Tiene 32 años, goza de prestigio en los círculos literarios —acaba de publicar Soledades. Galerías. Otros poemas— y es el nuevo catedrático de lengua francesa en el Instituto General y Técnico local, después de aprobar las oposiciones. Se aloja en una pensión, en el número 54 de la calle del Collado. El curso escolar está en la recta final, y Machado propone al director del centro que lo complete su suplente para no perjudicar a los alumnos. Así lo acuerdan y Machado regresa a Madrid, donde pasa el verano.

Calle El Collado, una de las principales de Soria

Cuando llega octubre, Machado se instala en Soria, en la misma pensión, dispuesto a asumir sus responsabilidades laborales. Dos meses después, la propietaria de la casa de huéspedes la cede a su hermana, Isabel Cuevas, quien la dirigirá junto a su esposo, Ceferino Izquierdo, y sus tres hijos. Machado conoce así a Leonor, la hija mayor del matrimonio, una niña de catorce años muy trabajadora y risueña, dotada con el entusiasmo de vivir que a él le falta a veces. El establecimiento se traslada al número 7 de la calle Estudios, en la esquina con la Travesía Teatinos. Aunque la pensión ya no existe, una placa en la fachada del inmueble recuerda su presencia.

Antonio Machado y Leonor

La docencia absorbe poco a Machado: solo es responsable de dos clases, con ocho y siete alumnos cada una. Testimonios de la época hablan de un profesor amable y bien intencionado, que se esfuerza para que los niños aprendan a pensar. Aquel centro de enseñanza aún pervive en el mismo edificio, un antiguo convento de jesuitas del siglo XVII, y sigue dedicado a la educación secundaria. Hoy lleva el nombre de IES Antonio Machado. Conserva intacta una de las aulas donde él dio clase, así como la documentación académica que dejó como profesor. En el exterior del edificio hay dos esculturas que representan al poeta. Una es un busto en bronce, creado por Pablo Serrano en 1982; la otra, una figura de Machado sentado, creada por Ricardo González Gil en 2010.
La actividad docente deja mucho tiempo libre a Machado, que él dedica a arrimar el hombro: da clases gratuitas a obreros en la Escuela de Artes y Oficios. También pasea y escribe. Una de sus caminatas preferidas discurre junto al río Duero, entre el monasterio templario de San Polo y la ermita barroca de San Saturio, construida sobre unas cuevas que acogieron a anacoretas en los tiempos antiguos. El paseo avanza a lo largo de poco más de 1 km, entre álamos y chopos con las cortezas grabadas por parejas de enamorados.

Monasterio de San Polo, Soria

De vuelta de sus recorridos, Machado se detiene en el Casino Numancia —hoy rebautizado Círculo de la Amistad—, donde lee el periódico y participa en tertulias. El establecimiento está en el número 23 de la calle Collado y merece una visita, es muy bonito. Si acuden, no se pierdan el Museo de la Casa de los Poetas que hay en la tercera planta. Como curiosidad, el mismo casino fue frecuentado una década después por Gerardo Diego, quien solía tocar un piano Steineway & Sons de 1872 aún presente en el local.
El interés de Machado por Leonor se ahonda cada vez más, y ella le corresponde. Pronto entablan relaciones, y Machado pide formalmente su mano. La familia tiene dudas lógicas por la diferencia de edad, pero acaba delegando la decisión en la niña. Se casan el 30 de julio de 1909; Antonio tiene 34 años, Leonor, 15. La ceremonia se celebra en la iglesia de Santa María La Mayor y asiste el claustro de profesores al completo. Cuando los novios salen del templo diversas personas se burlan zafiamente de ellos.

Iglesia Santa María la Mayor, Soria

Junto a la iglesia, otra creación del escultor Ricardo González Gil evoca a la pareja. Hecha en bronce, se basa en una fotografía de la boda en la que Machado aparece sentado en una silla, mientras su mujer permanece de pie a su lado, con las manos sobre los hombros del poeta. González ha dejado la silla vacía para que los paseantes la ocupen. La instalación se conoce popularmente como ‘El rincón de Leonor’.
A pesar de algunos pronósticos, la pareja es dichosa. La madre de ella les prepara una casita en el número 4 de la calle Estudios, aunque apenas la utilizan: Machado comprende que Leonor es más feliz entre los suyos. Los recién casados, personas religiosas, acuden los domingos a misa en la iglesia de Santo Domingo. En septiembre de 1910, Machado emprende un viaje para conocer más a fondo su tierra de acogida. Junto a unos amigos, se desplaza a Cidones en coche. Desde allí sigue a pie hasta Vinuesa y a caballo hasta Covaleda, camino de los Picos de Urbión y del nacimiento del río Duero. Una tormenta los sorprende en las alturas y descienden a la Laguna Negra de Urbión. La vivencia inspirará su romance La tierra de Alvargonzález.
Machado pide una beca de ampliación de estudios al Ministerio de Instrucción Pública, que se la concede. El matrimonio se traslada a París en enero de 1911 para mejorar su conocimiento del idioma francés. Hasta que, en julio, Leonor vomita sangre. Hospitalizada, le diagnostican tuberculosis. Los doctores recomiendan a Machado que la instale en un lugar con el aire limpio y seco. Ninguno mejor que Soria, adonde regresan.

Ermita de Nuestra Señora del Mirón, Soria

Machado alquila una casita cercana a la ermita del Nuestra Señora del Mirón. El poeta extrema los cuidados, pero su esposa se siente cada vez más cansada e indispuesta, empeora a ojos vista. En abril de 1912 se publica Campos de Castilla. El 1 de agosto de ese año, Leonor fallece. El funeral se oficia en la misma iglesia de Santa María La Mayor que formalizó su enlace apenas tres años antes. La entierran en el cementerio de El Espino. Su tumba tiene una sencilla lápida de mármol con un minimalista epitafio: “A Leonor, Antonio.” Curiosamente, una pared cercana sostiene un buzón identificado como de Leonor Izquierdo. Quienes lo desean, depositan cartas y poemas dedicados a la esposa de Machado. En el cementerio de Coulliure, donde descansa el poeta, existe otro buzón similar, este con su nombre.
Durante ocho días, Machado visita la tumba de su esposa fallecida. Después abandona esa Soria que tanto amó, pero que le resulta insufrible sin la compañía de Leonor. Se encaminará a Baeza (Jaén). Años después recapitulará su paso por Soria como la época más satisfactoria de su existencia: “Si la felicidad es algo posible y real –lo que a veces pienso–, yo la identifico mentalmente con los años de mi vida en Soria y con el amor de mi mujer”.
Antonio Machado solo volvió una vez a la ciudad: fue el 5 de octubre de 1932, a raíz del homenaje que los sorianos le dedicaron y de su nombramiento como hijo adoptivo. El acto tuvo lugar en uno de sus lugares más queridos: la ermita de San Saturio, en cuya plazoleta una placa recuerda el evento. Desde entonces, el paraje es conocido como ‘El Rincón del Poeta’. Machado no visitó la tumba de la que había sido su mujer.

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