sábado, 6 de junio de 2020

Un juguete cambió mi vida



Fotografía: Javier Costas Franco

De pequeño mi madre decía que tenía manos que parecían pies porque tenía, no sé si la afición o mala costumbre, de romper las cosas. Los juguetes que podía los desmontaba para ver su interior y luego ya era imposible, en la mayoría de las veces, volver a montarlos.
Pero todo cambio cuando tenía siete u ocho años. Mi abuelo materno me regaló un juguete que cambió mi vida, ese regalo era un Exin Castillos, un juego de construcción de castillos que creo que todos conoceréis.
Aquello era maravilloso. Yo, un niño, tenía el poder de construir castillos. Todo ello derivó en otras cosas; los castillos eran construcciones de otra época, lo que también despertó mi amor por la historia. Aquello era algo sorprendente y yo sentía que había descubierto algo de lo que quería aprender más y más. Fue entonces cuando le dije a mi madre que quería ser arquitecto. Ella, siempre recordaré sus palabras, con cierta gracia me dijo: “con lo que a ti te gusta romper las cosas, ¿cómo vas a construir?” El resto ya forma parte de la historia.
Había en tercero de carrera una asignatura cuatrimestral que se llamaba ‘Demoliciones en la edificación’. Era optativa, pero no lo dudé, me matriculé con toda la ilusión del mundo y recordé mi infancia… cuando rompía las cosas… cuando mi abuelo me regaló el juego para construir castillos… cuando mi madre aludía a mi afición por romper cosas. Esa asignatura era sorprendente y me atrevería a decir que fue la única de toda la carrera a la que no falté ni una sola clase. Yo estaba en un sueño: ¡la arquitectura también servía para romper cosas! En clase seríamos unos sesenta alumnos y yo (no lo cito por pedantería) fui el que sacó la nota más alta de toda mi promoción, la asignatura en la que saqué la mejor nota de la carrera, si no recuerdo mal fue un 9’1.
Desde que acabé mis estudios siempre he deseado poder hacer el proyecto de una demolición… pero pasaban los años y no llegaba… hasta hace tres meses. Llegó, por fin, el trabajo tan deseado. Un proyecto para demoler en una parcela un muro de unos 180 metros lineales y 2 de alto, dos naves y una pequeña vivienda. Aunque ya hace años que estudié aquella asignatura durante este tiempo lo volví a recordar todo como si fuera ayer; especialmente a mi antiguo profesor de aquella materia José Luis Castellot, en su último año de docencia por la jubilación, con su larga barba blanca y ya tristemente fallecido desde hace algunos años. Puedo decir que he disfrutado como aquel niño que rompía las cosas para ver su interior.
El lunes entrarán las máquinas y en ese momento sonreiré… recordaré… y seguramente lloraré.
Al final todo llega, simplemente hay que tener paciencia.

9 comentarios:

Unknown dijo...

Hola. Gracias por utilizar la foto de mi castillo para ilustrar tu entrada, pero la foto tiene licencia Creative Commons con atribución: https://www.flickr.com/photos/javiercostas/3092077809/

Un saludo.

Marino Baler dijo...

Hola. Disculpa, la cogí de Wikipedia sin ninguna mala intención. Colocaré la fuente. Si hay algún problema me lo dices y la quito.

Saludos.

Raul dijo...

La de horas que pasé con ese juguete... Mucho más que con legos y eso porque eran como más robustos y me servían para jugar con muñecos. Una pena que ya no exista.

Leo dijo...

¡Pues anda que no se va hacer famoso el castillo ni nada! Es una entrada que retrotrae los pensamientos a la infancia. El porqué de los sentimientos hacia algunas personas y como la vida va encadenando los sucesos.

A mí me encantaban los Legos junto con los Playmobil.

Unknown dijo...

Hola Mariano, soy Javier otra vez.

No hay ningún problema en que uses mi foto, por eso está como CC-BY. No sabía que la habían wikipediado, pero si te fijas, ellos sí hacían la atribución al autor original. Te enlazo imágenes en 3D del mismo castillo para que se aprecie cómo está hecho por dentro. No es exactamente igual (reutilicé más piezas), pero sirve: https://flic.kr/p/2j9U1Pr.

Marino Baler dijo...


Raúl: desconozco si todavía lo venden, creo haberlo visto en el Carrefour, pero no podría asegurarlo.

Saludos

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Leo: el Exin Castillos ha sido por excelencia el juego de mi infancia.
También estaba el Scalextric, lo que ocurre que éste era un juego que mis padres, económicamente, no se podían permitir comprármelo; lo compré yo, a modo de capricho, con el primer sueldo que gané.

Un saludo

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Muchas gracias Javier. Quizá escriba más adelante sobre este juego (a nivel particular), con tu permiso volveré a utilizar tu fotografía (evidentemente citando el autor).

Saludos

Benja dijo...

Wikipedia permite usar las imágenes haciendo mención del autor. Yo suelo poner “fuente Wikipedia” y el enlace, pero no del autor, ya que muchas veces no funciona.

Benja dijo...

Tan importante es construir como destruir. Y n arquitecto a veces tendrá que demoler un edificio para construir otro. Y si que es verdad, un juguete en nuestra infancia puede influir en nuestra vida de adulto. Mi padre era ferroviario y montamos una maqueta muy completa y realista, con locomotoras y vagones que eran réplica de los que estaban al servicio de Renfe y una a vapor que era una pasada. De aquella época solo me quedan las locomotoras, los vagones y mis recuerdos. Mi padre me hablaba de los lugares que había conocido gracias a su profesión y naturalmente también quise ser ferroviario como él. Y estoy seguro que lo hubiera sido si mi padre no hubiera muerto. Bueno, no siempre conseguimos lo que queremos o deseamos. Pero me alegro mucho que el tuyo sí que se cumpliera. Y por cierto, también me regalaron por reyes un castillo para montar.

Marino Baler dijo...

Benja: la verdad que no sé cómo va esto de las fotos, sí que creía que se debía citar en caso de obtener algún beneficio económico (que no es el caso).

Una demolición es algo distinto a todo. Además de la total libertad para poder hacerlo... yo me atrevería a decir que una buena demolición es tan hermosa como un edificio acabado. El Exin Castillos... ya contaré en otra entrada, con más detenimiento, cómo influyó.
Yo también tenía unos trenes que iban sobre una vía, creo que se llamaban Payá.