lunes, 15 de septiembre de 2008

Pepiño


En siglos pasados difícilmente se podía tener una posición privilegiada si no era por nacimiento (actualmente también ocurre pero menos). Cualquier hijo de noble heredaba el título nobiliario y a vivir de ello el resto de su vida. Más tarde, y sobre todo a raíz de la revolución francesa en el que la burguesía emergió como una nueva clase social, la forma de tener una buena posición era heredando fortunas de dinero que permitían al más tonto pasar por un Sócrates.

En la actualidad eso ha cambiado y no hace falta tener rancio abolengo ni ser un rico heredero para transformar, a cualquier persona sin aspiraciones en la vida, en alguien respetable y de buena posición social. Hemos sustituido las condiciones pasadas por una muy simple: afiliarse a un partido político (preferentemente el PSOE). Hoy en día cualquiera, a poco que sea un trepa y no tenga ni oficio ni beneficio tendrá la vida asegurada con algo tan sencillo como esto y para muestra un botón, o mejor dicho un gallego, José Blanco más conocido como Pepiño Blanco.

Pepiño es el claro ejemplo de persona que se sirve de la política para su bienestar personal y que ya tiene la vida resuelta. Como el mismo dice en su blog “tengo mis ambiciones colmadas y la vanidad satisfecha”.

Vamos a ver. Eso de las ambiciones colmadas no lo veo yo muy claro a que se referirá puesto que entiendo esto como que a lo que uno aspira en la vida es a conseguir cosas por su propio esfuerzo y que yo sepa Pepiño de eso más bien poco porque me parece que se matriculó en primero de derecho y solamente aprobó 3 o 4 asignaturas... si esa era toda su ambición pues francamente si por él fuera no habríamos inventado ni la rueda. Lo de la vanidad satisfecha me imagino que lo dirá porque alguien tan poco ambicioso que lleve la vida que lleva él pues, sinceramente, es para sentirse vanidoso.

Pero bueno, si Pepiño es feliz así pues muy bien. Su "conceto" de ambición es muy distinto al mío (yo al menos aprobé primero de carrera). Por eso cada vez que veo a Pepiño dando un discurso en televisión no sé si escucharlo, atentamente, para ver si suelta uno de sus gazapos léxicos a los que nos tiene acostumbrados o ponerme a bostezar porque siempre dice lo mismo. Me da la impresión que es como el típico niño al que sus amigos lo mandaban a decirle al matón de turno cualquier cosa y se llevaba los palos por hacer de mensajero.

Cuando lo veo hablando con ese aire amenazador, tipo primo zumosol, dan ganas de echarte a reír y entre medias de sus discursitos hace paradas esperando el aplauso del respetable y eso le dará para pensar: “Seguro que los del PP están asustados. Qué bien que hablo”. Su ego se hinchará como un globo.

Pero cuando lo miro fijamente y me doy cuenta que es Pepiño el que habla un sentimiento de compasión y de ternura aparece en mí y de repente no lo veo a él sino que veo a un burrito. Y es que Pepiño es tan, es tan… Platero que te darían ganas de abrazarlo. Como si fuese el de Juan Ramón Jiménez: “Pequeño, peludo, suave, tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no tiene huesos”. Y es que el pobre Pepiño creo que no asusta a nadie, es más, si fuese un niño para apadrinar lo haría sin dudarlo.

Con esto no quiero decir que la política tenga que ser elitista o reservada a ciertas clases sociales. No, no eso. En política tiene cabida todo el mundo pero lo que es inconcebible es que la gente, sin oficio ni beneficio, se meta en política para servirse, para vivir del cuento y encima que no tenga unos mínimos a la hora de expresarse correctamente. Que esta gente aprovechándose de su posición privilegiada se permita el lujo de inmuebles como el de “Villa PSOE” en Galicia. Eso es lo vergonzoso y lo deleznable. Pero bueno aquí, en este país de charanga y pandereta nunca pasa nada y somos ciudadanos y vivimos en democracia y el PSOE es socialista y más cosas dignas del país de las maravillas de Alicia que de un país europeo occidental.

Por ello y como es así como está montado el país, recomendaría a cualquier padre al que su hijo le diga que quiere ir a la universidad y ser médico, ingeniero, abogado, físico o lo que sea, que lo convenza de lo contrario, que lo afilie al PSOE y que le hable de Pepiño como ejemplo a seguir. Como ejemplo de hombre “hecho a sí mismo”. Seguro que su hijo se lo agradecerá, pues vivirá bien sin pegar ni golpe, aunque el precio sea la ignorancia. Aunque quizás ese hijo tenga verdaderas ambiciones y aspiraciones y prefiera otro camino.


Salud.

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