sábado, 6 de diciembre de 2014

Wislawa Szymborska



Podría escribir sobre lo que estoy pensando y extenderme diciendo que vivimos en un país de vagos y corruptos, justificar los que digo, tanto lo primero como lo segundo, para así tranquilizar un poco mi rabia e impotencia. Sí, podría hacerlo, pero no, no me apetece. Hoy no quiero pensar… hoy quiero sentir.
Hace unos meses descubrí a una poetisa de nombre impronunciable, se trata de Wislawa Szymborska. Con ese nombre es fácil adivinar de dónde procede (supongo). Probablemente no sea muy conocida en este bendito país, de hecho a la gente que he preguntado (y no ha sido poca) nadie había escuchado hablar de ella… bueno, tampoco es muy importante conocer a todos los Premios Nobel de Literatura (lo obtuvo en 1996) existiendo literatura como ‘Harry Potter’, la saga de ‘Crepúsculo’ o ‘50 sombras de Grey’.
¿Y por qué me gusta? No lo he pensado, ni siquiera lo sé. Me gusta y punto. Me ocurre como con Antonio Machado, no sabría decir por qué me cautiva. En ocasiones he dicho que cualquiera puede hablar de arquitectura sin entenderla. Estamos delante de una catedral, por ejemplo, y todos podemos decir algo más que no sea ‘me gusta’ o ‘es bonita’; podemos describir las cosas porque las estamos viendo. Con la poesía no, la poesía no se ve, es un sentimiento y como tal se siente, sin explicación posible.
Este fue el primer poema que leí suyo. Al terminarlo supe que merecía la pena sentir más.

Las tres palabras más extrañas
Cuando pronuncio la palabra Futuro,
la primera sílaba pertenece ya al pasado.
Cuando pronuncio la palabra Silencio,
lo destruyo.
Cuando pronuncio la palabra Nada,
creo algo que no cabe en ninguna no-existencia.

¿Esto cómo se explica? No se explica, se siente, se relee una y otra vez. Eso es Szymborska. Sentimiento, no pensamiento.
Además, ¿para qué estropearlo? Voy a tener la oportunidad de empezar a leer mi amor platónico literario, Rayuela, ¿merecen la pena ciertas cosas? Sí, es posible, pero no hoy.

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