viernes, 3 de octubre de 2008

El derecho a apostatar



Cuánta razón que tenía Cervantes: “Sancho, con la iglesia hemos topado”. Ya en el siglo XVII se popularizó esta máxima, pero es que en pleno siglo XXI estamos en las mismas.
Parece ser que el Tribunal Supremo ha admitido un recurso del Arzobispado de Valencia y anula la resolución de la Agencia de Protección de Datos por la que le obligaba a realizar una anotación marginal en la partida de bautismo de un ciudadano que había pedido cancelar su inscripción.
Estos ensotanados medievales son los que lloriquean pidiendo libertad de conciencia para los católicos y respeto para las creencias. Curioso que ello sean los primeros que no prediquen con el ejemplo pero ¿Qué va predicar la iglesia? Solamente hay que ver su recorrido a lo largo de la historia para saber por dónde van. Estos son de “A dios rogando y con el mazo dando”, aunque en los tiempos actuales es frecuente sustituir el mazo por la parte trasera de nuestra anatomía.

Al mismo tiempo los magistrados podrían sacar otra sentencia para ver las alternativas a su irrisoria decisión. Sería interesante saber cómo hacemos para garantizar la libertad de pensamiento, como hacemos para demostrar a esa secta, que dice que habla en nombre de un ser supremo, que hay miles de personas con las que no deben contar ¿Acaso creando un registro de ex-bautizados? ¿Se encargarán los magistrados, o quien corresponda, de hacerlo oficial?
También se me ocurre otra pregunta ¿Podremos denunciar al Estado por estar bautizados sin nuestro consentimiento y no dejar que nos borremos? ¿Pero cómo es posible que se hayan dejado engañar de esta forma? Parece que han estudiado en el mismo colegio que Pepiño. Pongamos por caso que lo magistrados dijesen que no se puede inscribir nadie en un registro cuando es bautizado ¿Qué ocurriría entonces? ¿No pondrían los curas el grito en el cielo aludiendo la falta de toda libertad habida y por haber? Pues visto así ¿Por qué no dejan que quien quiera salir lo haga? Ese mismo respeto que ellos predican (y no me refiero al respeto de la buena vida y mejores alimentos) es el que ellos niegan a quien quiere salirse de la iglesia. Pero claro, aunque ha costado 21 siglos, la gente empieza a pensar que ellos mismos, son capaces de rendir cuentas al Altísimo (en caso de ser así) sin necesidad de intermediarios y esto mengua notablemente su poder.

Nunca la documentación de archivo (cualquier tipo de expediente) constituye un conjunto organizado de información en el sentido amplio de la palabra; pero los datos personales sí que son información y en este caso el acta de bautismo es un dato personal. El problema es que los archivos diocesanos son privados, al igual que toda la diócesis de puertas para adentro, pero eso sí, las restauraciones son con dinero público. Como un chiste que me contaron hace poco: “Estaban Jesús y San Pedro observando el mundo desde el cielo y Jesús le dijo a Pedro: Pedro, con un burro, un buey y un establo mira que negocio que hemos montado”. Pues esto es lo que pasa, que no quieren que se les hunda el negocio.
Afortunadamente, un servidor, decidió apostatar hace casi tres años y estos problemas no me influyen ya para nada, aunque no me dejan indiferente. Sinceramente nunca he necesitado chamanes ni seres mitológicos para vivir la vida; yo ya soy bastante ignorante como para todavía añadirme más carga y tener que creer en ciertas cosas. Por ello, el día que me notificaron que habían aceptado mi petición, una doble sensación de alegría me recorrió por todo el cuerpo; primero por mí, porque ya no pertenecía a ninguna secta que no quisiera pertenecer y en la que nunca hubiese querido entrar y por otra parte por todos los creyentes puesto que al salirme yo de la iglesia supuse que también se me cerrarían las puertas del cielo y que estarían todos un poquito más anchos.
Así pues espero que el sentido común se instale a la hora de tomar ciertas decisiones. El que se quiera quedar que se quede y el que se quiera ir que lo haga. Cada uno en su casa y dios… en la del que quiera.

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