viernes, 10 de octubre de 2008

El juez postrado ante el cardenal



Sorprendentemente, la primera fotografía de Carlos Dívar, en el ejercicio de sus recién estrenadas funciones, lo muestra postrado y complaciente ante un cardenal. Si bien es cierto que la sola visión de Rouco Varela puede inducir a un encogimiento anatómico como el que viese una aparición infernal, el presidente del Tribunal Supremo quemaba en la hoguera de las santas vanidades todas las obras de la Ilustración perfectamente representadas en Rousseau y Montesquieu y al mismo tiempo omitía la máxima sobre Dios y el César. Ante esta imagen a la que a Zapatero seguro que no le habrá pillado de sorpresa, podríamos decir que habrá tenido que hacer muchos esfuerzos internos para no nombrar presidente del Consejo Superior del Poder Judicial al ínclito cardenal, dando un impulso enorme al diálogo entre las civilizaciones religiosa y laica.
En un estado que presume aconfesional y últimamente se pone medallas de laico (los franceses, por ejemplo, tienen leyes laicas desde 1905) es curioso que el máximo prelado del país se coloque en el centro de todas las fotografías. Este cardenal, si se trasladase a Hollywood, sería capaz de quitarle las portadas al mismísimo Brad Pitt. No se puede negar que tiene una presencia que no deja indiferente. A cambio de la enorme contradicción de oficiar la segunda boda de Letizia Ortiz (de blanco y por la iglesia, jajajaja), aparecía ante Campechano I con un báculo que si eso lo hace otro le saltan los escoltas en un segundo.
Antes de saber que iba a presidir el Supremo, Carlos Dívar presento una ponencia titulada La fe, orientadora de mi vida jurídica y profesional, mi pregunta sería la siguiente ¿Podría aspirar al cargo de Divar alguien que hubiese escrito El Islam, orientador de mi actividad jurídica y profesional? En caso de ser respuesta negativa habría que reclamar donde radica la diferencia entre ambos encabezamientos si, repito, presumimos de aconfesionales y, osadamente, de laicos. La fotografía del juez postrado disciplinariamente hacia el cardenal Rouco Varela da que pensar si este señor es un súbdito más o si es la imagen de la sumisión de un poder del Estado a una norma no escrita.
Al principio el énfasis del máximo responsable del órgano judicial parecía obedecer al morbo periodístico. Pero el tiempo ha forjado la convicción de la ausencia de datos adicionales que avalen su pedigrí jurídico. En este sentido la foto en la que el cuerpo del cardenal se yergue majestuosa con el juez a sus pies, no es más que la realidad religiosa de este país, por mucho que Zapatero apele al falso laicismo, a la supresión de cruces en la toma de posesión de cargos y mucha educación para la ciudadanía que pretenda implantar. La sonrisa del presidente demuestra un nadar y saber guardar la ropa… por si acaso existiese el cielo.

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